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RACC Rally Catalunya Historic 2018


Segunda edición del Rally para coches históricos organizada por el RACC y segunda participación del equipo Gentlemen Drive compuesto por nuestro editor y el italiano Daniele Rizza, uno de los mejores restauradores de automóviles clásicos de Italia. Aunque la prueba dista mucho de aquellas organizadas fuera de nuestras fronteras donde tanto la administración como la sociedad en general tienen mucha más sensibilidad hacia los automóviles y su historia, es genial que un club de la envergadura del RACC apueste por organizar un evento para esta tipología de vehículos. Como todos sabemos, la solvencia del RACC por organizar eventos deportivos de gran nivel está más que contrastada con el Rally Catalunya puntuable para el WRC o incluso la Formula 1 en el Circuit de Barcelona-Catalunya.

Sin duda el empeño de todo su equipo es admirable aunque el año

pasado fracasaron sensiblemente ya que no entendieron la naturale- za de una prueba que tenía que ser para vehículos desde 1947 hasta mediados de los 80 y en cambio la diseñaron únicamente para los vehículos más modernos y rápidos. Estaba claro que su ADN era la velocidad y les faltó mucha experiencia en regularidad clásica. No obstante, el recorrido, el ambiente y la diversión al volante estuvo siempre presente así que Oriol y Daniele se volvieron a inscribir.

“Si el año pasado conseguimos con un Alfa Romeo de 1948 el Premio al Vehículo más Antiguo en terminar la prueba (tal y como estaba montado el Rally era a lo único que podíamos aspirar) este año deci- dimos apuntarnos con un vehículo que encajara mejor con la filosofía de la prueba y nos decidimos por un BMW 2002 Turbo de 1974. Un automóvil ágil, robusto y veloz que nos tenía que asegurar una carrera mucho más relajada que la del año anterior. Sin embargo, el destino siempre tiene preparada alguna que otra sorpresa.

Ya empezamos un poco a contrarreloj el día anterior. Tenía cita con la ITV a las 18:30 de la tarde con el BMW y antes de eso el mecánico lo había repasado de cabo a rabo para que nuestra opción “last mi- nute” de pasar la inspección técnica fuera satisfactoria. A las 17:00 recogía a Daniele en el aeropuerto de Barcelona, de allí nos íbamos al garaje a recoger y probar el coche y pasar el trámite de la ITV. Todo perfectamente programado hasta que los de Vueling decidieron intervenir en la ecuación. El vuelo proveniente de Roma acumulaba un buen retraso. Me armé de paciencia y mientras esperaba en el Parking de la terminal empecé a repasar la lista de recambios que necesitábamos llevar en el coche. El vuelo aterrizó una hora tarde por lo que tuve que recalcular el programa incial. Ya no llegábamos a la cita previa pero seguro que nos atenderían si llegábamos antes de las 20h.

Salimos del aeropuerto a toda velocidad dirección al garaje cuando a medio camino quedamos atascado en la B30; no sé qué caramba pasó pero estuvimos más de una hora atrapados entre camiones de gran tonelaje, camionetas de reparto y turismos privados que la descomunal caravana había hecho coincidir en el mismo punto. Lo curioso del caso es lo de siempre, cuando de repente todo se solucio- na, uno no ve ni rastro de ningún accidente ni de ningún otro indicio lógico que pudiera haber originado tal despropósito. La ansiedad y el mal humor iban aumentando a medida que pasaban los minutos. Llegamos al garaje cuando apenas faltaban 15 minutos para las 8 de la tarde. Hicimos un cambio de montura a lo “Fórmula E” y desesperados nos dirigimos hacia la ITV. Para ponerlo un poco más interesante empezó a diluviar mientras de mi frente también caían gotas, esta vez de sudor frío. 19:52, 19:55, 19:57, 19:58 ... Llegamos, pero por apenas un minuto y medio. Salté del coche con la documentación tal cual fuera a sellar el carnet de ruta en un control de paso. Por suerte el stress de ese día acabó allí y el 2002 Turbo pasó la inspección de forma satisfactoria.

Para evitar más adrenalina innecesaria, decidimos reservar un hotel justo al lado de la Plaza de la Catedral donde la mañana siguiente empezaban las verificaciones y se daba la salida del Rally. Aparcamos el coche en el parking y nos fuimos a cenar mientras bromeábamos sobre todo lo sucedido. Pero como os comentaba, durante esos días parece que el destino estaba un poco más activo de lo habitual. La mañana siguiente, desayunamos tranquilamente y después bajamos al parking para sacar el vehículo y ser uno de los primeros de entrarlos en el Parque Cerrado. Pero el BMW no arrancó. Pensamos que era la batería por lo que rápidamente llamamos al RACC por si no podía enviar un vehículo de asistencia y una batería nueva. (Por cierto, si utilizáis coches a menudo y aún no sois socios del RACC no esperéis más, simplemente hacerlo. Si en algo son buenos es en dar asistencia a sus socios). En menos de media hora teníamos uno de sus vehículos dentro del garaje del hotel. El mecánico hizo varias comprobaciones y conseguimos arrancar el coche; pero nos alertó que el fallo estaba en el alternador que no generaba electricidad y nos recomendó no circular con el vehículo ni mucho menos hacer el Rally. Una nueva batería sólo nos garantizaría hacer unos pocos kilómetros hasta que toda su carga fuera absorbida.

¿Había mejor manera de empezar el Rally? Pues sí, seguid leyendo porque hay más. Decidimos sacar el coche del parking y mientras yo me fui a hablar con la organización para intentar buscar una solución para continuar en el Rally, Daniele se quedó dentro del coche en ralentí controlando que no se parase. Al final los comisarios del RACC juntamente con dirección de carrera acordaron de dejarnos correr con otro coche si pasábamos las verificaciones antes del mediodía. Evidentemente acepté sabiendo que nos tocaría correr para lógralo. Daniele conduzco como un campeón sorteando todo tipo de obstáculos bajando por Via Layetana y por La Ronda Litoral, pues teníamos que mantener el motor a un cierto régimen para evitar que se parara. Teníamos que volver a nuestro garaje para cambiar de coche y éste estaba a unos 40 kilómetros de Barcelona. Salimos del tráfico y después de unos kilómetros más o menos relajados tuvimos unos últimos metros de infarto pues el coche empezó a fallar, nunca mejor dicho, debido a la falta de chispa. La idea que tenía en la cabeza era remplazar el 2002 Turbo por un Jaguar del 1966 de la colección de mi padre, que esporádicamente he utilizado en algún Ra- lly, pero uno de mis hermanos había dejado su coche cerrado delante. La única opción que me quedaba era la de usar el Ford Fiesta XR2 que había comprado meses antes pero que apenas había utilizado. Le montamos el extintor reglamentario que nos exigía el reglamento y a toda velocidad iniciamos el regreso a Barcelona no sin antes parar a nuestros amigos de la ITV una vez más. Llegamos a la Catedral muy pero que muy apurados de tiempo, pero llegamos.

Pasamos las verificaciones prescriptivas, enganchamos los dorsales en cada puerta y entramos el vehículo dentro del parque cerrado com la sensación de haber acabado la segunda etapa del Rally cuando ni siquiera lo habíamos empezado. Si el año anterior lo hicimos con el vehículo más antiguo, este año, sin quererlo, lo haríamos con el más moderno.

La verdad que la carrera en sí fue mucho más relaja- da de lo que nos habíamos imaginado, o igual solo fue nuestra sensación en comparación a las dos jornadas previas vividas. Sea como fuera, el XR2 se comportó de maravilla y aunque no llevábamos ningún tipo de instrumentación para las pruebas de regularidad conseguimos apañárnoslas decentemente. Además, gracias a algunos consejos de Lucas Cruz (Vencedor 2 veces del Dakar con Carlos Sainz) durante el desayuno del segundo día, nos ayudaron a mantener nuestra posición e incluso aumentar la distancia con nuestro inmediato perseguidor. Al final de los 2 días llegamos a Barcelona líderes de nuestra categoría aunque antes de la entrega de premios hablamos con la organización para que dieran nuestro trofeo a los segundos clasificados ya que, en un principio, nosotros teníamos que haber competido con otro coche y otra categoría.

Al final nuestro mejor premio fue la experiencia vivida tanto antes como durante la prueba, y es que estas aventuras al volante no tienen precio”.

*Agradecimientos a CarrerasCars, LogicDesign, RizzaClassic y GentlemenDrive Magazine

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